¡¡Hola!!
Prosigo con mis entradas sobre mi viaje a Japón en 2012. En esta ocasión le toca el turno a Nara, una ciudad de Kanto no muy lejana a Kyoto, en la que se puede encontrar un complejo de Templos muy bonito. En 2008 tenía pensado ir, pero cambié en el último momento y me fui a Hiroshima y Miyajima, lo cual no me arrepiento. Pero esta vez no podía dejar de ir a Nara.
Muy prontito cogí el bus que me llevó hasta la estación de tren de Kyoto, y desde allí cogí un tren local de la JR que me llevó hasta Nara. Los asientos estaban calentitos, así que me dormí 😛 (a esas alturas del viaje estaba ya hecha unos zorros. A todo esto, mi pie seguía haciéndomelas pasar canutas). No pagué billete, pues llevaba el JR Pass ^^
La estación de Nara no estaba demasiado lejos del inicio de la zona de los templos, así que solo anduve unos 15 minutos por calles peatonales donde habían muchos puestos, bazares, tiendas de ropa y restaurantes. Al lado de un laguito había un puesto de Información turística, y tenían (por primera vez), un plano de la zona en español ^o^
Nada más llegar vi algunos templos y la pagoda, pero muchos estaban arreglándolos y no se podían visitar. La zona estaba llena de niños y coles, en excursiones. Esa parte no me dijo nada, así que seguí caminando ya hacia zonas en las que pastaban (robaban comida) plácidamente (menos cuando había comida), esos monosos (satanás) cervatillos (seh, cervatillos). Pues sí, al igual que en Miyajima, en Nara también hay cervatillos semisalvajes, que viven allí y cagan felizmente, y roban comida a los niños, así como te acosan sin pudor cuando llevas comida en la mano. Si no, no te hacen ni puto caso. Pero si llevas comida, la huelen en un radio de kilómetros a la redonda XD A una señora casi se la comen viva (ella se lo buscó).
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Sí, sí, súper monosos, sí… ¡¡Mentira!! |
Cuando estaba por allí, haciendo fotos a la zona, a los cervatillos del infierno y tal, una señora japonesa mayor me preguntó de dónde era (primero me solían preguntar si era americana… ¬¬uu ¿solo existen los americanos USA en el planeta?). Le dije que era española. No me pareció raro porque hay gente muy curiosa que te pregunta y no era la primera vez, pero es que va y me saca el libro de los Testigos de Jeová (sí, sí, esos libritos que intentan encasquetarte siempre por la calle), busca la página en español (toma ya!) y me dice que lo lea, para hacerme Testigo. Sí, sí, sí. ¡¡Por Dios Santo!! XDD
Le dije «Religion» y cruce los brazos en forma de cruz (que viene a decir que no o rechazo allí) y le puse cara de «ni de coña». Al final me dejó en paz, pero son pesaditos hasta en Japón. Ya soy feliz siendo una infiel y una blasfema que irá al infierno de los cristianos, gracias.
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¡¡Qué guapos eran!! (qué raro) |
Me compré un helado muy rico y pasé ya a la zona interesante de Nara, lleno de malignos cervatillos, y gente a tutiplén. Hacía buen día, calorcito, así que se estaba muy bien. Me tomé un helado bien rico, y un ciervo se restregó contra mi abrigo negro… en fin, babas y tierra. Así que no le di nada de comer, por guarro.
La zona era especialmente bonita, porque, como ya he dicho, en pleno otoño y haciendo buen tiempo, era todo espectacular.
Me fui a ver la zona de Tôdai-ji, hasta el Templo Daibutsu-den, que alberga el mayor Buda, creo que del mundo, y ya de lejos el templo era impresionante, con sus dos cuernecitos arriba. Imaginaos si el templo era enorme, cómo era el Buda. Me costó unos 500 yenes, y el Buda me dejo pasmada. Era… enorme. A sus flancos estaban dos estatuas, no menos impresionantes, de la diosa Kanon.
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¡¡Qué niñita más buenecita!! |
Estuve bastante rato, y luego salí para seguir el recorrido por la zona. Había diversos caminos a elegir, con direcciones a los templos. Más o menos seguí la ruta marcada de la colinas del este y fui encontrándome con una serie de Templos distintos, mucho bosque, y ya no tanta gente. Fui hacia el sur, hasta el templo Kasuga Taisha. Lo que más me gustó fueron las linternas o faroles (ohh, ojalá pudiera verlo de noche si se encendieran), pues había una enrome «colección» de ellos. Continué sola totalmente a través del bosque (un bosque bastante cerrado a los lados del camino), donde no pasaba mucho la luz, pero que era precioso.
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¡¡Perdida por el bosque!! (nadie me gana a poner caretos espantosos) |
Terminé apareciendo en una carretera que daba a la zona residencial (las casas molaban). Sencillamente caminé bordeando todo el bosque hasta llegar de nuevo a lo que sería el complejo de Templos y parques de Nara, solo que lo visité desde otro punto de vista. Llegué a un precioso lago con puentes, donde diversas parejas recién casadas se hacían las típicas fotos para el álbum ^^
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¡¡Venga, chaval, que tú puedes!! (no daba una, pobret) |
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Yo misma a mí misma ^^ |
Estuve bastante tiempo por allí, descansando o caminando (me dolía mucho el pie). La verdad es que se estaba de puta madre, para qué negarlo.
Poco a poco fui volviendo hacia el pueblo, y me detuve a comer en un restaurante de Okonomiyaki (son unas tortillas). Me senté en una mesa que tenía una plancha caliente en medio. Me trajeron ya hecha la tortilla (yo pensaba que me daban la mezcla y me la hacía yo… o igual fue porque me vieron gaijin y por eso me la trajeron hecha). Bueno, igualmente se mantuvo calentita mientras me la comía. Me gustó mucho, porque no me puse la salsa oscura, ni la blanca (que no me gustan). En Osaka me comí uno (en mi primer viaje), de pescado y no me gustó tanto por culpa de las salsas). Esta vez el okonomiyaki era de carne. Para que os hagáis una idea: es una tortilla con carne, pescado, verduras… según lo pidas).
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Okonomiyaki. Típico de la zona de Kanto. |
De vuelta a la estación caminé tranquilamente por la calle peatonal y entré en una tienda donde vendía yukatas, kimonos, calzado, etc. Muy bonitos, pero muy caros (tenía pendiente comprarme un yukata, pero sinceramente no me iba a gastar un dineral en algo que probablemente apenas iba a ponerme más que para hacer el friki alguna vez). Eso sí, me llevé unas sandalias muy bonitas (aunque me van un poco pequeñas por los lados), y un bolsito monísimo hecho a mano. En total me costó 1500 yenes.
Llegué al pueblo y cogí el tren de vuelta a Kyoto, con tan mala suerte que… no sé qué pasaba en la línea, pero estuvimos parados una hora en la estación de uno de los pueblos. Vi el anochecer y todo.
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Parados una hora XD |
Me puse nerviosa por no poder comprender qué leches pasaba, y porque si estábamos mucho tiempo allí podía perder el último bus al Ryokan (y me hubiera gastado una pasta en taxi). Como soy muy previsora tenía horas de sobra y de margen, afortunadamente.
Observé a la gente, y estaban bastante tranquilos. Cuando la chica informaba por megafonía unas señoras ponían cara de fastidio, pero ya está. Así que algo grave no era, pero tampoco me enteraba de cuánto íbamos a estar allí parados (abrían y cerraban las puertas a ratos, para que no nos achicharráramos con la calefacción, ni nos peláramos de frío porque ya era de noche).
Volvió a ponerse en marcha y llegamos a una parada principal, donde se subió gente. Recuerdo que lo hizo una extranjera muy, muy alta O_O (yo creo que medía un metro noventa, la tía). Estuvimos parados bastante tiempo, pero los trenes que iban por la vía de al lado sí funcionaban. Así que la chica extranjera salió del vagón, y se fue al tren de al lado. Yo estaba dubitativa, no sabía qué hacer… Miré los paneles de trenes, tras un rato deduje que el tren de al lado también iba a Kyoto e iba a salir en un par de minutos. Así que, ni corta ni perezosa, me bajé del tren, me subí en el otro y… ¡¡hala!! Se puso en marcha y ya no hubieron interrupciones :DD
¿Por qué os cuento esto? Pues porque, por mucho que en Japón todo vaya como un reloj suizo, a veces pasan cosas como estas. Si uno no sale con tiempo de los sitios, y pasa algo así, puede perder otro tren, el bus, ¡¡el avión!! ¿Vale? Así que viajad con margen, no queráis agotar todo el tiempo posible en un lugar, ni ir in extremis, porque luego pasan este tipo de cosas. Y bueno, yo me busqué una solución observando los paneles de trenes y viendo que me podía cambiar de tren (y no sé japonés, pero es importante fijarse bien en todo y saber al menos leer hiragana). Eso sí, si pude cambiar de tren como si tal cosa fue porque iba con JR Pass, que conste también. Aunque la solución lógica fue la determinación que tomé. Bajarme de ese tren, y buscar otro para llegar a Kyoto. A veces simplemente esperar, cuando no sabes qué pasa, no es la solución. Y observa qué hacen los demás también es importante en estos casos.
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Molaba, la iluminación iba con la música |
Ese día me quedé en la estación de Kyoto observando la decoración e iluminación de Navidad, y subí a los pisos de arriba de la imponente estación. Compré la cena y me volví al Ryokan. Duchita y a momir ^^ Al día siguiente tocaba visitar un rato Kyoto 😀